Cuando la cara se paraliza – Parálisis facial

Paralisis facial

La parálisis facial es una afectación nerviosa que consiste en la pérdida total o parcial (incompleta) del movimiento muscular voluntario en un lado de la cara. Se produce por un fallo en el nervio facial, incapaz de transmitir las órdenes nerviosas a los principales músculos de la zona. Entre sus consecuencias, están la imposibilidad de realizar acciones tan cotidianas como levantar una ceja, cerrar un ojo o sonreír, así como alteraciones en el habla.

Es una afección relativamente común y, en la mayor parte de los casos, la recuperación es buena y no deja secuelas. Sin embargo, en otras ocasiones, el nervio facial no es capaz de recuperarse y es entonces cuando se recurre a la cirugía.
Causas de la parálisis

La parálisis facial más frecuente es la de origen desconocido, llamada parálisis de Bell, junto a la parálisis provocada por el frío, a la que se denomina parálisis facial a frigore. Su evolución suele ser satisfactoria con tratamiento médico y rehabilitación, produciéndose una recuperación completa en la mayoría de los casos.

Además, hay parálisis faciales que se asocian a traumatismos craneales graves, tumores, infecciones víricas o patologías asociadas al oído. Y puede ser de origen genético, como en el caso de las personas con Síndrome de Moebius.

En general, la musculatura facial sufre una atrofia progresiva cuando persiste el debilitamiento del nervio facial. Pero esta atrofia es reversible si el nervio se regenera y vuelven a llegar impulsos nerviosos antes de que hayan transcurrido dos años desde que se produjo la lesión. Sin embargo, a medida que pasa más tiempo, el músculo es sustituido por tejido fibroso y el daño resulta irreparable. Por ello, es muy importante el diagnóstico y tratamiento precoz.
Tratamiento quirúrgico

Cuando una parálisis facial no se recupera, algunos trastornos que provoca (dificultad para masticar y hablar o el cierre de los ojos, entre otros) son susceptibles de ser corregidos quirúrgicamente.

Existen tratamientos específicos dependiendo de cuál sea la causa que originó la parálisis, la localización de la lesión y el tiempo transcurrido hasta el momento de su tratamiento. Algunas de las técnicas son:

Unir los extremos seccionados del nervio facial.
Trasplante nervioso microquirúrgico, consistente en tomar un fragmento de nervio de otra parte e implantarlo desde el nervio facial del lado sano hasta el lado enfermo, donde se unirá con el extremo seccionado.
Trasplante microquirúrgico de musculatura procedente de otra parte del cuerpo, generalmente de la pierna o la espalda.
Colocación de pesas de oro en el párpado superior.

Cada tratamiento suele requerir la combinación de varias técnicas y debe ser un cirujano plástico titulado el que adecúe las posibilidades de cada una de ellas a las circunstancias del paciente.

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